theme-sticky-logo-alt

Democracia paraguaya, desde el ideal democrático a la crisis de la representación y la baja calidad (Parte II)

La democracia paraguaya en la actualidad atraviesa la más severa crisis de representatividad y credibilidad, en un contexto de pérdida generalizada de apoyo y confianza ciudadana en las instituciones democráticas formales, construidas en las tres décadas pasadas.

La democracia representativa y su crisis

La crisis de la representación política partidista en Paraguay (y en la mayoría de los países cuya forma de gobierno representativo se sustenta fundamentalmente en los partidos políticos), tiene relación con el alejamiento creciente –la “brecha”– entre los representantes y los representados y remite a una crisis más profunda, la del propio sistema político democrático representativo.

La irrupción de la protesta ciudadana en distintos puntos del país –los “indignados”, los grupos de “escrachadores”– en una sociedad aún poco organizada y movilizada como la paraguaya, devela la profundidad de la crisis e implica una ruptura histórica con la habitual permisividad social ante los abusos de poder, la corrupción y la impunidad de políticos, parlamentarios, burócratas, ejecutivos y magistrados.

El escenario es el del debilitamiento y descrédito de unos actores políticos cuyas acciones y decisiones en función de “representantes” del pueblo se han ido alejando progresivamente de las necesidades, demandas y aspiraciones de los electores y cuyas conductas y prácticas abusivas y corruptas desde el poder chocan frontalmente no sólo con la ética sino con las reglas formales (la institucionalidad formal) del sistema político democrático. Este es el resultado de la desinstitucionalización creciente de los partidos políticos, tradicionales y nuevos, de la baja calidad y escasa circulación de sus liderazgos dominados por motivos particularistas y carentes de una visión universalista de la política, que han subordinado a sus intereses particulares la búsqueda de alguna versión del bien público en beneficio de la mayoría.

Todo parece indicar que estamos asistiendo a la “versión paraguaya” de lo que Bernard Manin (1998) caracteriza como un proceso de transformación mundial en el que el gobierno representativo contemporáneo estaría sufriendo su segunda transformación, de una forma de representación a otra. Por tanto, quizá, más que a una crisis de la representación, asistimos a la de una forma concreta de representación, esto es, a la establecida tras los partidos de masas, desde finales del siglo XIX. Estaríamos entonces ante el desarrollo de una crisis mundial –y su réplica a nivel local– de un tipo de gobierno representativo, la llamada democracia de partidos y la emergencia de la denominada “democracia de audiencia” (el gobierno de los expertos en medios) (Manin, 1998), donde ocurre un desplazamiento paulatino de un tipo de élites (activistas políticos/ burócratas, hombres de partido) por otras (especialistas en medios, expertos en opinión pública) y donde los candidatos exitosos serán cada vez más, “personajes mediáticos” (los que tienen un mejor dominio de las técnicas de la comunicación mediática).

La democracia paraguaya desde la perspectiva de su calidad

La calidad de la democracia es uno de los temas centrales hoy en América Latina y el mismo guarda una estrecha relación con los términos en que se desenvuelve la gobernabilidad del continente: “Numerosas publicaciones recientes se han ocupado de analizar el rendimiento de las democracias latinoamericanas y evaluar su calidad atendiendo a ciertos patrones normativos” (Barreda y Bou, 2010, p.134).

El análisis de la democracia paraguaya desde la perspectiva de su calidad, cobra interés en la coyuntura actual de crisis de la democracia representativa de partidos y de los serios cuestionamientos a la limpidez e imparcialidad de los procesos electorales.

Leonardo Morlino define la democracia de calidad como: “aquélla que desarrolla satisfactoriamente procedimientos destinados a favorecer la libertad y la igualdad civil y política, y cuyas políticas públicas satisfacen las demandas de los ciudadanos” (Moreira, 2015, p.200).

Propone considerar ocho dimensiones para medir dicha calidad: “cinco dimensiones procedimentales: estado de derecho, accountability electoral, accountability interinstitucional, participación política y competencia. Una dimensión de resultados de las políticas públicas: responsiveness(1). Dos dimensiones de contenido: libertad y solidaridad/igualdad” (Moreira, 2015, p.200).

En su análisis comparado de la calidad de la democracia (Morlino, 2011) para 15 países latinoamericanos, ubicados en una escala que va desde el 0 (ausencia de calidad democrática), al 5 (máximo de calidad democrática) (2), Paraguay figura con un total de 2,80 situado entre los de peor desempeño en todas las dimensiones medidas: ED= Estado de Derecho (2,42), RC E= Accountability electoral (3,53); RC I-I= Accountability interinstitucional (2,95); PP= Participación Política (2,83); CP= Competencia (2,75); R= Responsiveness (2,25); L= Libertad (3,13); S/I= Solidaridad/Igualdad (2,55).

En otro estudio comparativo más reciente, Paraguay está categorizado como una “democracia débil”, junto a países como El Salvador, Guatemala, Nicaragua y Venezuela (Morlino, 2013).

Mikel Barreda y Marc Bou (2010), en un estudio de caso anterior, analizaron “la calidad de la democracia paraguaya en cuanto a su desempeño en cinco dimensiones fundamentales: derechos políticos y libertades civiles; Estado de Derecho; rendición de cuentas; capacidad de respuesta y participación” (p.133). El estudio ha identificado puntualmente las debilidades en el rendimiento democrático paraguayo y concluido que se trata de una “democracia de baja calidad”, distanciada del promedio latinoamericano. Entre los principales puntos críticos relevados, se mencionan:
• Aun cuando están reconocidos formalmente las libertades civiles y los derechos políticos democráticos, su garantía en la práctica tiene limitaciones. (…)
• La debilidad del Estado de Derecho sitúa a Paraguay muy por debajo de los otros países de América Latina. (…)
• Los mecanismos horizontales de rendición de cuentas tienen (…) serios problemas de efectividad. (…)
• La sensibilidad y receptividad del gobierno a las preferencias ciudadanas es muy débil. (Barreda y Bou, 2010, p.153-154)

En síntesis, se está ante una democracia con malos resultados en cuatro de las cinco dimensiones de calidad analizadas. Únicamente, el nivel de participación política presenta resultados satisfactorios, equiparables a la región (continuación en Final).

15 49.0138 8.38624 arrow 0 arrow 1 4000 1 horizontal https://www.japoli.org 100 0 1