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Las niñas en la escuela: pobreza, abusos y embarazos. (Final)

Cuando la maestra hace preguntas sobre algo que les leyó, ella nunca levanta la mano. No entiende bien las lecciones, porque hay muchas palabras extrañas en el idioma español y la maestra no les dejan responder en guaraní. En su casa, ella habla guaraní con su mamá y en el recreo, sus compañeritos y compañeritas hablan en jopara[2]. Carolina escucha  a sus maestras hablar guaraní entre ellas casi siempre,  pero no sabe por qué en la clase solamente permiten usar palabras del español.

En la escuela de Carolina hay solo 3 aulas que funcionan. Había una cuarta, que era la clase de su hermano Pedro, pero el techo se vino abajo hace 3 años y hasta ahora no fue reparada. Esa semana vino gente del Ministerio de Educación, luego de la Gobernación y, finalmente, de la Municipalidad. Todas las personas dijeron que era prioridad la reparación, pero pasó el tiempo y los escombros seguían en el mismo lugar. Entre las tres maestras que enseñan dos grados cada una, se turnan para usar las aulas, enseñando bajo los árboles la mitad del tiempo. Carolina a veces prefiere tener clases afuera, sobre todo en los días de calor, porque con un solo ventilador funcionando en cada clase, hace más calor adentro que al aire libre.

Un estudio[3] sobre la práctica pedagógica en Paraguay realizado en 2016 y 2017, refiere que “La enseñanza culturalmente relevante es uno de los puntos centrales para el desarrollo de una práctica pedagógica adecuada para la comunicación tanto oral como escrita y uno de los principales elementos que están ausente en la mayoría de las experiencias educativas, lo cual se traduce en bajos logros educativos de los grupos pertenecientes a lenguas y culturales minoritarias como la de los […] guaraní hablantes en Paraguay.”

Existen distintos factores internos y externos al sistema educativo que obstaculizan el derecho a la educación de niños, niñas y adolescentes en Paraguay. La calidad educativa no depende solamente de la infraestructura; son necesarios, también, un currículum educativo pertinente, equipos docentes y técnicos formados y bien remunerados, y una comunidad educativa comprometida (directivos, docentes, estudiantes y familias).

Carolina se sienta todos los días al lado de Anahí, ya sea dentro del aula o bajo el árbol cuando les toca tener que salir a fuera. Anahí es un poco más grande que Carolina. Tiene 13 años y empezó la escuela adelantada porque su mamá tenía que trabajar, pero ha tenido que repetir varias veces el segundo y el cuarto grado. Seguramente porque tampoco entiende mucho el español y no puede hacer así sus tareas, piensa Carolina. Siempre que la observa, Anahí está mirando el suelo, las maestras dicen que se pasa las clases pensando en la luna. A Carolina le parece que tiene que ser otra cosa, porque la luna es linda y brillante, pero Anahí desde que se iniciaron las clases nunca sonríe.

El Ministerio Público (Fiscalía General del Estado) declaró[4] haber registrado hasta noviembre de 2019, más de 5.200 causas ingresadas de hechos punibles hacia niñas, niños y adolescentes (violencias, maltrato infantil y abuso sexual).  En el 85% de los casos, la persona agresora es una persona del entorno familiar o cercano inmediato (escolar, familiar o comunitario), factor que incide en que las víctimas guarden silencio, no soliciten ayuda ni hagan la denuncia a las instancias correspondientes.

Desde que empezó abril, Carolina se sienta sola en la escuela. Últimamente, Anahí se enfermaba todo el tiempo y llegaba tarde o se retiraba temprano, y ella se preocupó un poco cuando se dio cuenta que hace días no venía. Unos días después, durante un receso, Carolina estaba caminando cerca de dos maestras y les escuchó decir que la directora envió a Anahí a su casa, porque estaba embarazada y no podía “venir a dar mal ejemplo” en la escuela. Con ella, eran varias ya las niñas que ese año estaban en esa situación en el barrio.

En promedio, hasta noviembre del año 2019, la Fiscalía recibió 9 denuncias por día de casos de abuso sexual a niñas, niños y adolescentes. En 2018, la Policía Nacional registró  573[5] casos de coacción sexual a personas entre 0 y 17 años; en todos los casos, la persona agresora era un familiar. Como consecuencia de los altos índices de abuso sexual infantil, en Paraguay desde 2013, cada día, en promedio dos[6] niñas como Anahí (de entre 10 y 14 años) están pariendo.

Una educación integral de la sexualidad, accesible en el sistema educativo nacional, en todos sus niveles, con información científica y de calidad, puede y debe ser un factor clave para generar mecanismos de autoprotección y autocuidado de niñas, niños y adolescentes.

Carolina no entendió qué quiso decir la directora, pero recordó que cuando su mamá se quedó embarazada de su hermano más chico, se llegó a sentir tan mal que, a pesar de que sabía que su patrona se enojaba mucho y no le pagaba si faltaba, se tuvo que quedar un par de veces en la casa con ellos. Con el tiempo, el malestar fuerte pasó, y no volvió a faltar al trabajo hasta que su hermanito nació, aunque cada vez volvía más cansada de su trabajo.

Pensó que cuando Anahí se sintiese mejor, seguramente iba a volver a la escuela… aunque quizás iba a tener todavía menos fuerzas para hacer sus tareas. Pero pasaron dos, tres meses, ya estaban por empezar los exámenes y Anahí no volvía. Se fueron y volvieron de las vacaciones de invierno, fue el festejo del día de la niña y el niño, después llegó la primavera, y volvieron a tener pruebas, pero Anahí no volvió.

Una tarde, caminando hacia su casa de vuelta de la escuela, escuchó que unos vecinos hablaban del velorio de dos nenas. Una niña y su bebé fallecieron durante el parto. Anahí, pensó Carolina. Antes de que pueda preguntar, sus hermanos le llamaron y tuvo que acelerar el paso para alcanzarles e ir juntos a casa a esperar a su mamá, que a veces trae algunas sobras del trabajo y esa era su única comida del día.

La merienda escolar casi no viene a la escuela, y almuerzo escolar aún no les ha tocado, siempre dicen que están en la lista de la municipalidad o de la gobernación, pero nunca vieron la comida. Carolina se acuerda una sola vez que almorzaron en la escuela: cuando vino una autoridad a inaugurar los nuevos baños de la escuela. Ese día había muchos globos, jugo y tallarín de pollo con mandioca, siempre se acuerdan de eso con sus compañeras.

En 2018, el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social reportó que fallecieron 18 niñas y adolescentes madres[7] de entre 10 y 19 años en el país. Paraguay necesita tener un programa articulado de protección y atención a casos de violencias y abusos hacia la niñez y la adolescencia; además debe cumplir de modo prioritario lo indicado por la Ley 6202/2018 que, en el artículo 6, indica sobre la identificación temprana en el aula:

“los establecimientos educativos públicos y privados […] deberán incluir elementos que contribuyan a la identificación temprana, prevención, autoprotección, detección y denuncia del abuso sexual de que puedan ser víctima los educandos, dentro y fuera de los establecimientos educativos y quedan obligados a difundir, exponer y enseñar con una periodicidad no mayor de 30 (treinta) días el material didáctico, audiovisual y pedagógico que apruebe y establezca el Ministerio de Educación y Ciencias para prevenir y detectar el abuso sexual en niños, niñas y adolescentes”.

Esa noche al acostarse, Carolina se quedó despierta unos minutos más que de costumbre pensando en Anahí. ¿Qué pasa con ella y las otras niñas? ¿Por qué estaban embarazadas si eran tan pequeñas? ¿Cómo pasó eso? ¿Por qué dejaban de venir a clases? ¿Por qué las maestras parecían no querer que se hable más de ellas? Las personas adultas actuaban como si Anahí y las otras niñas embarazadas nunca hubieran existido. Pero las niñas y los niños igual las extrañamos, pensó Carolina.

La situación de pobreza en niñas, niños, adolescentes y sus familias y comunidades implica un aumento de las brechas de desigualdades, limitando el acceso y el ejercicio pleno de sus derechos, entre ellos, el derecho a la educación. Reducir el presupuesto del área social desprotege y desatiende a los grupos de personas más vulnerables, disminuyendo la respuesta del Estado que ya es de por sí insuficiente. Mejorar las condiciones requiere servicios integrales y un funcionamiento eficaz de los procesos de protección en casos de violencias y/o abusos, lo cual se dificulta con la desfinanciación, dejando los marcos legales en el papel.


[2] “Jopara significa mezcla en el idioma guaraní, y hace referencia a [un] alimento [que] mezcla locro y poroto en un mismo plato.” (https://www.ultimahora.com/jopara-un-culto-la-productividad-agricola-n2748453.html)

[3] Estudio sobre la práctica pedagógica centrada en la comunicación en aulas de sexto grado en Paraguay (2016-2017, p.37): http://desarrollo.org.py/admin/app/webroot/pdf/publications/10-09-2018-11-36-33-1603257728.pdf

[4] “Fiscalía recibió 9 casos de abuso sexual infantil por día en el 2019”: https://www.ultimahora.com/fiscalia-recibio-9-casos-abuso-sexual-infantil-dia-el-2019-n2861181.html

5]CDIA Observa. Cuadro de datos de “Víctimas de coacción sexual, por relación de la víctima con el autor según sexo y frecuencia de edad” proveídos por el Departamento de Estadística, Policía Nacional (2019).

[6] CDIA Observa. Cuadro de datos de “Nacidos vivos por grupos de edad de la madre, según regiones sanitarias de residencia” a Octubre de 2018, proveído por el Subsistema de Información de Estadísticas Vitales (SSIEV) del MSPBS (2019).

[7] CDIA Observa. Cuadro de datos de “Defunciones maternas por causas, según regiones sanitarias de residencia y grupos de edad de la madre” proveídos por la Dirección General de Información Estratégica en Salud (DIGIES) del MSPYBS (2020).

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